martes, 4 de noviembre de 2008

No Solo hay un Demonio

Teoría del Demonio:



Demonio, podemos definirlo como un ser grotesco que desafió el poder de Dios y fue desterrado del cielo al infierno. Este es nada menos que un cuento creado por la iglesia católica según muchos, pero no solo existe uno como lo llama la Biblia, sino que existe uno en cada religión conocida.


Entre las cuales podemos mencionar a Pazuzu, el el rey de los demonios del viento, hijo del dios Hanbi, en la mitología sumeria, asiria y acadia. Para los sumerios, también representaba el viento del suroeste, que traía las tormentas, y también el portador de la peste y las plagas, del delirio y de la fiebre.




Se le suele representar con cuerpo de hombre, cabeza de león o perro, cuernos de cabra en la frente, garras de ave en vez de pies, dos pares de alas de águila, cola de escorpión y pene con forma de serpiente. También se suele mostrar con la palma de la mano derecha hacia arriba, y la izquierda hacia abajo. Esta posición de las manos simboliza la vida y la muerte, o la creación y la destrucción.
A pesar de ser Pazuzu en principio un ser maligno, no era del todo hostil al hombre, pues su imagen se usaba en amuletos para rechazar a su consorte y enemiga
Lamashtu, un demonio femenino que se alimentaba de recién nacidos y sus madres. Este amuleto se colocaba tanto en la madre, llevándolo al cuello, como en el niño, mientras que otros más grandes se colocaban sobre ellos en una pared.


El demonio, ela religión, folklore, y mitología demonio (o el daemon, el dæmon, o aún el daimon) es el estado supernatural que se ha descrito generalmente como espíritu malévolo. Se representa a un demonio con frecuencia como fuerza que pueda ser conjurada o ser controlada. El "buen" demonio en uso reciente es en gran parte un dispositivo literario (e.g., demonio de Maxwell), aunque las referencias a los buenos demonios se pueden encontrar en Hesiodo y Shakespeare. En el lenguaje común, para "demonizar" una persona se le dice que es el mal, o es la fuente de mal.

La concepción más extendida en Occidente es la judeo-cristiana, según la cual, los demonios son espíritus del mal con la potestad de poseer a los seres humanos. Para el cristianismo, en particular, los demonios son espíritus inmundos, vale decir, esbirros de Satanás, príncipe de este mundo y enemigo declarado de Dios y sus ángeles, cuya morada es el regnum caelorum [reino de los cielos]. Se le identifica con el Ángel caído, que se rebeló contra Dios.

En un sentido general, no obstante, puede decirse que los demonios no son necesariamente seres malvados. Los griegos dividían a los demonios entre buenos y malignos: agatodemones (αγαθοδαίμονες) y cacodemones (κακοδαίμονες), respectivamente. Mientras que los agatodemones se asemejan a la noción judaica de ángel protector, los cacodemones, por su parte, no serían otros que los ángeles caídos a los que se refiere la tradición judeo-cristiana. Tal es el caso de
Lucifer, príncipe de los demonios, que el cristianismo identifica con Satanás.
La rama del saber que se ocupa del estudio de los demonios recibe el nombre de '
demonología'. El culto del o los demonios se denomina 'demonolatría'. Se reserva, finalmente, el término 'demonomancia' para designar el arte adivinatoria por medio de la invocación de demonios o espíritus impuros.
Supuestamente, los demonios pueden
poseer a personas, animales o cosas para sus propios objetivos, pero en la mayoría de religiones pueden ser expulsados mediante el exorcismo.
La
hermetología trata de comprender el sentido de lo demoníaco por referencia a la divinidad, produciendo siempre y necesariamente una simetría invertida en todas sus manifestaciones. Así, frente a la Trinidad, Padre, Cristo y Espíritu Santo, se presenta la tríada opuesta, Lucifer, Anticristo y Falso profeta. A diferencia de la Trinidad donde el proceso comunicativo intradivino se inicia en el Padre, Creador, el Hijo, la acción salvadora, y el Espíritu Santo, la iluminación o revelación, la tríada invertida coloca al orden al revés, primero Lucifer, la iluminación, que genera las ideas, la ilustración, después Diablo, la potencia en acción, y finalmente, Satán, no la creación sino la destrucción. Una teología de la historia no puede comprender ésta sin la lógica triádica invertida, y un ejemplo básico sería para los últimos siglos, el inicio revelatorio de los philosophes, la continuación revolucionaria, y por fin el nihilismo de las ideas, la cultura y las prácticas existenciales.

Demonio también es un sinónimo de diablo. De la raíz del verbo griego διαβάλλω (diabálló), que significa, entre otras cosas: "calumniar, falsear, mentir". Véase el contexto circunstancial que determina el significado que califica al portador del nombre, de lo que se deduce que de entre todas las acepciones posibles "calumniador, falseador, mentiroso" es la apropiada.
A través del
latín, el griego ha dado origen al español «diablo».


La expresión Demonios también es usada para indicar aspectos malignos o miedos del ser humano, generados a través de su conducta o instintos y que hacen daño al mismo individuo o a otras personas; refiriéndose a ellos como demonios interiores del ser humano, o su mente.


Pero, hay algo que cabe mencionar y es, que no existe demonio donde el mismisimo Diablo esté presente. Han habido casos donde la persona que está poseída por el Demonio, aseguran que en ellos está el mismo Diablo, y es él, el que habla y lo manipula. Si esto es cierto, podemos decir, que el Demonio es un mensajero del Diablo o el mismo.


Para teminar, podemos dormir tranquilos, sabiendo que esto no ha sido comprobado por la ciencia y en la actualidad esto es producto de nuestra imaginación o un cuento de terror.

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