
Este es un adelanto del libro que estoy escribiendo, titulado "Enigmas Sin Resolver", es algo apacionante de leer y que deja mucho que pensar. Espero que les guste.
- ¡Padre, ayúdame por favor!
- ¿Qué diablos ocurre? ¿A que se debe tanta excitación?
- ¡Lo siento padre, acabo de asesinar un hombre!
Fue lo último que escuché decir de mi querido hijo Frederich, quien luego de llorar y sufrir de dolor por la angustia que en ese momento lo atormentaba, no dudó más en ir a mi estudio de nuestro hogar, tomar mi revolver S&W 29 calibre .44, que me habían regalado en Estados Unidos en uno de mis frecuentes viajes y se disparó en la sien, muriendo instantáneamente producto del disparo. Así concluyó la vida de mi querido hijo y toda mi felicidad que llevaba hasta entonces.
Yo caí sin razonar al piso y quedé sentado mirando un macetero sin saber porque lo miraba. Al poco rato llegó la policía y pidió que se le abriera la puerta, yo miré hacia esta pero no respondía, por eso, los detectives derribaron la puerta y entraron, en el shock que me encontraba, era incapaz de mover un solo dedo. Ahí me quedé yo, devastado, perdido, confuso de lo ocurrido. Apenas escuchaba las palabras del detective, que trataba de preguntarme si tenía algo que ver con lo sucedido y si además me encontraba bien, pero, quien demonios puede estar bien al escuchar que su único hijo se mataba sin saber porque lo hizo.
Esteban Arriagada, de veintisiete años de edad, murió después de recibir una paliza y una piedra en su rostro de más o menos cuatro kilos de peso por parte de mi hijo Frederich. La deducción por parte de Carabineros, fue una riña que empeoró cada vez más, Policía de Investigaciones por su parte, dijo que en el estado en que se encontraban ambos jóvenes, puesto que mi hijo tenía hematomas en su rostro y tórax, además de unos cortes en la ceja, era evidente que esto fue un ajuste de cuentas, donde Frederich salió victorioso. En el interrogatorio, no pude decir mucho, solo pude decir que él llegó impactado a la casa y pedía ayuda, luego dijo que mató a un hombre y después se suicidó. Cuando me preguntaron sin habían antecedentes de violencia en el hogar, yo respondí que no sabía, ya que soy un hombre de negocios que viaja constantemente y él se quedaba con su madre, que en paz descanse, es más, Frederich me encontró de sorpresa en casa el día del crimen.
Como mi hijo, ahora estaba muerto, no le podían condenar, pero su crimen no quedó impune, así que debí cargar con la responsabilidad del acto macabro de Frederich y tuve que pagar los daños a la familia del joven Esteban, pero el dolor que mi hijo provocó en esa familia, no se pagaba con nada, ni con todo el dinero del mundo.
Los dos muchachos tenían mucho en común, eran jóvenes limpios, es decir, no tenían antecedentes criminales, eran de buena familia, eran universitarios, etc., se nos fueron para siempre de nuestro lado, ya no existen entre nosotros. Ahora vivo solo, es mi segundo familiar muy cercano que se me va. Mi pobre hijo ya no está a mi lado.
La Investigación continuó, y descubrieron que ni uno de los dos se conocían o tuvieron algún contacto anterior al crimen, eso produjo varias deducciones, ahora decían que uno de los dos comenzó la pelea por x motivos. Si no se conocían, entonces ¿Por qué ocurrió la pelea? La investigación no pudo concluirse y se debió reanudar para saber si el asesinato fue por defensa propia o por una causo que lo culparía mucho más de lo que estaba.
De la nada, un día aparecieron dos testigos. Un vagabundo, que dormitaba muy cerca del lugar del siniestro, no vio la pelea, pero pudo ver a Frederich con una muchacha joven también, la que era su polola, yo no la conocía, pero llevaba información necesaria. Ella era el segundo testigo y el clave. Fue entonces cuando los detectives comenzaron su interrogatorio.
- ¿Sabe por que razón se encuentra aquí hoy señorita?
- Si, me trajeron para interrogarme sobre el crimen de mi pololo.
- Bien, comencemos entonces. Dígame ¿Por qué empezó la pelea?
- No lo sé detective.
- ¿No estuvo acaso presente ahí?
- Estuve presente, pero no se la causa de la pelea, solo paseábamos.
- ¿Esteban, la víctima, te hizo algo que le molesto a Frederich?
- No, de hecho, él caminaba como si nada, era un transeúnte más.
- ¿Quién le pegó a quién primero?
- Mi Frederich.
- ¿Así nomás? Entonces él comenzó la pelea. ¿Sabes por que lo hizo?
- Ya le dije, no se, o a decir verdad, no lo se a estas alturas detective.
- ¿Por qué lo dices?
- Porque nunca se había comportado, por lo menos en mi presencia, así.
- ¿De violento?
- Exacto, además nada ocasionó que Frederich se molestara y le pegara de tal forma.
- ¿Esteban Arriagada se defendió con algo?
- Solo con sus puños.
- ¿Frederich lo mató después de atacarlo a golpes con una piedra?
- Sí.
- ¿Por qué?
- Se debió sentir atacado, no sé.
- Después de lo que me has dicho, me queda preguntarte ¿Tu pololo se comportaba extraño antes del ataque?
- Por lo que vi en su momento, sí.
- ¿Cómo?
- Se sentía perseguido, como si lo atacaran, andaba nervioso, encontraba peligroso el estar en la calle, transpiraba y si lo tocaba se ponía más nervioso aún, nos dirigíamos a su casa antes del ataque.
El detective salió del cuarto del interrogatorio y se dirigió a mí. Entonces me preguntó:
- Dígame mi estimado, ¿Su hijo se comportó agresivo alguna vez con Ud. en su casa?
- Ya se los dije en el interrogatorio pasado, no y tampoco puedo responder si se portó así con alguien, puesto que viajo mucho y nunca pasé lo suficiente con él como para notarlo.
- Bueno, ya que es así, debo decirle cual es mi deducción, pero la autopsia no lo puede avalar o negar por ser algo mental.
- Me dice que mi hijo estaba loco.
- En término policial y científico, sí, y si no me equivoco, por lo que nos acaba de revelar su polola, al parecer su hijo sufría de esquizofrenia.
- ¿Qué?
- Lo que escuchó, y no me cabe la menor duda, que como usted es tan viajero como dice, nunca lo notó o supo, producto de su poca estadía con su hijo y al no saberlo, él nunca recibió tratamiento. Ahora, que nadie más que su polola lo haya notado, deja en duda si es verdad o no. Por eso necesitamos saber las versiones de otros cercanos a él para que avalen esto.
Después de conversar con el detective, me comprometí a averiguar tal dato sobre mi hijo, me despedí y me fui de la comisaría. Si era verdad, yo era un mal padre y esto ocurrió por mi culpa, al no saber lo que le ocurría a mi hijo. Llegué pensativo a mi casa y corrí a buscar alguna agenda telefónica en la habitación de Frederich. No estaba con mucho ánimo de llamar a sus amigos, me vino la rara sensación de no querer saber la verdad, pero tenía que hacerlo. Así que llamé a cada uno que pude contactarme. Todos los que contestaron me dieron una respuesta que sirvió de información para saber sobre mi hijo.
Finalmente, luego de recopilar información y de hacer tantas llamadas quise decirme, basta, ya lo sabes la verdad. Así que llegué a mi propia conclusión: “Soy un mal padre”, y cuando mi hijo Frederich acudió a mi, ya era demasiado tarde, su enfermedad lo volvió un criminal. Esa fue la mentalidad enfermiza de Frederich que nunca conocí. Talvez mi esposa lo supo y nunca me lo dijo, o fue algo que le vino de pronto, ya no importa.
Desde luego, esa fue la razón de la pelea y del crimen, no fue intencional, mi hijo estaba loco y no supo expresarse de otra manera en ese momento, quizás que fue lo que sintió en ese momento que lo llevó a cometer ese crimen para acabar con su atacante mental, quien en realidad nunca le hizo nada, ni lo conocía.
Me apeno por Frederich, pero al parecer esto tarde o temprano me va a dar igual, si no me afectó la muerte de mi esposa y no fui capas de saber la enfermedad de mi hijo, es posible que vuelva a la rutina de siempre y mande a mi hijo al tren del olvido, si es que soy tan mal padre como me siento en estos momentos.
- ¿Qué diablos ocurre? ¿A que se debe tanta excitación?
- ¡Lo siento padre, acabo de asesinar un hombre!
Fue lo último que escuché decir de mi querido hijo Frederich, quien luego de llorar y sufrir de dolor por la angustia que en ese momento lo atormentaba, no dudó más en ir a mi estudio de nuestro hogar, tomar mi revolver S&W 29 calibre .44, que me habían regalado en Estados Unidos en uno de mis frecuentes viajes y se disparó en la sien, muriendo instantáneamente producto del disparo. Así concluyó la vida de mi querido hijo y toda mi felicidad que llevaba hasta entonces.
Yo caí sin razonar al piso y quedé sentado mirando un macetero sin saber porque lo miraba. Al poco rato llegó la policía y pidió que se le abriera la puerta, yo miré hacia esta pero no respondía, por eso, los detectives derribaron la puerta y entraron, en el shock que me encontraba, era incapaz de mover un solo dedo. Ahí me quedé yo, devastado, perdido, confuso de lo ocurrido. Apenas escuchaba las palabras del detective, que trataba de preguntarme si tenía algo que ver con lo sucedido y si además me encontraba bien, pero, quien demonios puede estar bien al escuchar que su único hijo se mataba sin saber porque lo hizo.
Esteban Arriagada, de veintisiete años de edad, murió después de recibir una paliza y una piedra en su rostro de más o menos cuatro kilos de peso por parte de mi hijo Frederich. La deducción por parte de Carabineros, fue una riña que empeoró cada vez más, Policía de Investigaciones por su parte, dijo que en el estado en que se encontraban ambos jóvenes, puesto que mi hijo tenía hematomas en su rostro y tórax, además de unos cortes en la ceja, era evidente que esto fue un ajuste de cuentas, donde Frederich salió victorioso. En el interrogatorio, no pude decir mucho, solo pude decir que él llegó impactado a la casa y pedía ayuda, luego dijo que mató a un hombre y después se suicidó. Cuando me preguntaron sin habían antecedentes de violencia en el hogar, yo respondí que no sabía, ya que soy un hombre de negocios que viaja constantemente y él se quedaba con su madre, que en paz descanse, es más, Frederich me encontró de sorpresa en casa el día del crimen.
Como mi hijo, ahora estaba muerto, no le podían condenar, pero su crimen no quedó impune, así que debí cargar con la responsabilidad del acto macabro de Frederich y tuve que pagar los daños a la familia del joven Esteban, pero el dolor que mi hijo provocó en esa familia, no se pagaba con nada, ni con todo el dinero del mundo.
Los dos muchachos tenían mucho en común, eran jóvenes limpios, es decir, no tenían antecedentes criminales, eran de buena familia, eran universitarios, etc., se nos fueron para siempre de nuestro lado, ya no existen entre nosotros. Ahora vivo solo, es mi segundo familiar muy cercano que se me va. Mi pobre hijo ya no está a mi lado.
La Investigación continuó, y descubrieron que ni uno de los dos se conocían o tuvieron algún contacto anterior al crimen, eso produjo varias deducciones, ahora decían que uno de los dos comenzó la pelea por x motivos. Si no se conocían, entonces ¿Por qué ocurrió la pelea? La investigación no pudo concluirse y se debió reanudar para saber si el asesinato fue por defensa propia o por una causo que lo culparía mucho más de lo que estaba.
De la nada, un día aparecieron dos testigos. Un vagabundo, que dormitaba muy cerca del lugar del siniestro, no vio la pelea, pero pudo ver a Frederich con una muchacha joven también, la que era su polola, yo no la conocía, pero llevaba información necesaria. Ella era el segundo testigo y el clave. Fue entonces cuando los detectives comenzaron su interrogatorio.
- ¿Sabe por que razón se encuentra aquí hoy señorita?
- Si, me trajeron para interrogarme sobre el crimen de mi pololo.
- Bien, comencemos entonces. Dígame ¿Por qué empezó la pelea?
- No lo sé detective.
- ¿No estuvo acaso presente ahí?
- Estuve presente, pero no se la causa de la pelea, solo paseábamos.
- ¿Esteban, la víctima, te hizo algo que le molesto a Frederich?
- No, de hecho, él caminaba como si nada, era un transeúnte más.
- ¿Quién le pegó a quién primero?
- Mi Frederich.
- ¿Así nomás? Entonces él comenzó la pelea. ¿Sabes por que lo hizo?
- Ya le dije, no se, o a decir verdad, no lo se a estas alturas detective.
- ¿Por qué lo dices?
- Porque nunca se había comportado, por lo menos en mi presencia, así.
- ¿De violento?
- Exacto, además nada ocasionó que Frederich se molestara y le pegara de tal forma.
- ¿Esteban Arriagada se defendió con algo?
- Solo con sus puños.
- ¿Frederich lo mató después de atacarlo a golpes con una piedra?
- Sí.
- ¿Por qué?
- Se debió sentir atacado, no sé.
- Después de lo que me has dicho, me queda preguntarte ¿Tu pololo se comportaba extraño antes del ataque?
- Por lo que vi en su momento, sí.
- ¿Cómo?
- Se sentía perseguido, como si lo atacaran, andaba nervioso, encontraba peligroso el estar en la calle, transpiraba y si lo tocaba se ponía más nervioso aún, nos dirigíamos a su casa antes del ataque.
El detective salió del cuarto del interrogatorio y se dirigió a mí. Entonces me preguntó:
- Dígame mi estimado, ¿Su hijo se comportó agresivo alguna vez con Ud. en su casa?
- Ya se los dije en el interrogatorio pasado, no y tampoco puedo responder si se portó así con alguien, puesto que viajo mucho y nunca pasé lo suficiente con él como para notarlo.
- Bueno, ya que es así, debo decirle cual es mi deducción, pero la autopsia no lo puede avalar o negar por ser algo mental.
- Me dice que mi hijo estaba loco.
- En término policial y científico, sí, y si no me equivoco, por lo que nos acaba de revelar su polola, al parecer su hijo sufría de esquizofrenia.
- ¿Qué?
- Lo que escuchó, y no me cabe la menor duda, que como usted es tan viajero como dice, nunca lo notó o supo, producto de su poca estadía con su hijo y al no saberlo, él nunca recibió tratamiento. Ahora, que nadie más que su polola lo haya notado, deja en duda si es verdad o no. Por eso necesitamos saber las versiones de otros cercanos a él para que avalen esto.
Después de conversar con el detective, me comprometí a averiguar tal dato sobre mi hijo, me despedí y me fui de la comisaría. Si era verdad, yo era un mal padre y esto ocurrió por mi culpa, al no saber lo que le ocurría a mi hijo. Llegué pensativo a mi casa y corrí a buscar alguna agenda telefónica en la habitación de Frederich. No estaba con mucho ánimo de llamar a sus amigos, me vino la rara sensación de no querer saber la verdad, pero tenía que hacerlo. Así que llamé a cada uno que pude contactarme. Todos los que contestaron me dieron una respuesta que sirvió de información para saber sobre mi hijo.
Finalmente, luego de recopilar información y de hacer tantas llamadas quise decirme, basta, ya lo sabes la verdad. Así que llegué a mi propia conclusión: “Soy un mal padre”, y cuando mi hijo Frederich acudió a mi, ya era demasiado tarde, su enfermedad lo volvió un criminal. Esa fue la mentalidad enfermiza de Frederich que nunca conocí. Talvez mi esposa lo supo y nunca me lo dijo, o fue algo que le vino de pronto, ya no importa.
Desde luego, esa fue la razón de la pelea y del crimen, no fue intencional, mi hijo estaba loco y no supo expresarse de otra manera en ese momento, quizás que fue lo que sintió en ese momento que lo llevó a cometer ese crimen para acabar con su atacante mental, quien en realidad nunca le hizo nada, ni lo conocía.
Me apeno por Frederich, pero al parecer esto tarde o temprano me va a dar igual, si no me afectó la muerte de mi esposa y no fui capas de saber la enfermedad de mi hijo, es posible que vuelva a la rutina de siempre y mande a mi hijo al tren del olvido, si es que soy tan mal padre como me siento en estos momentos.
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